02 Ago 2024 Despedimos a la hermana Amandine, que finaliza su experiencia apostólica en Monrovia

La hermana Amandine Kontogome ha pasado los últimos 6 meses en Pipeline, entre enero y julio, viviendo su experiencia apostólica, profundizado en la vida en comunidad y en la puesta en práctica de la hospitalidad.

De Burkina Faso, ingresó en Hermanas Hospitalarias en Octubre de 2008. “Entregar mi vida a Dios para amarle y servirle amando y sirviendo a los hermanos y hermanas más pobres y vulnerables ha sido la llamada que he he sentido desde la infancia y que me ha inspirado. Esta llamada ha madurado con los años y de una manera peculiar el carisma de la Hospitalidad me ha ayudado en la acogida y la escucha.”

“Doy gracias a Dios por la hospitalidad que he experimentado y compartido en los más pequeños detalles de la vida cotidiana con mis hermanas, los residentes y el equipo de personal —nos dice —. De hecho, me ha dado la oportunidad de leer, ver, descubrir y experimentar el amor y la misericordia infinitos de Dios que parecen frágiles pero que, sin embargo, son grandes y fuertes ante la vulnerabilidad humana marcada por la enfermedad. Es más; con las pacientes de la Unidad de Salud Mental María Josefa Recio pude ver y experimentar las maravillas que Dios realiza en cada una de ellas: el florecimiento de una nueva vida lista para florecer, que siempre necesita ser acompañada, cuidada, nutrida, protegida y amada.”

“Me siento edificada y evangelizada ——. De ellas y con ellas aprendí más sobre el valor del respeto a la dignidad humana, la paciencia y la resistencia, la acción discreta y milagrosa de Dios, la fe en la capacidad humana, la sencillez y la sinceridad de la oración, la gratuidad, la alegría de servir, la ternura, la compasión, amar y sentirse amada, la gratitud y la hospitalidad. Para mí, toda esta experiencia que he vivido agradecida a Dios puede resumirse en estas profundas palabras de San Agustín y San Benito Menni, que siguen siendo actuales: ‘La medida del amor es amar sin medida’‘Sólo una cosa vale la pena y merece estima, servir y amar a Jesús, trabajando siempre por su amor’.

“Al llegar al final de mi experiencia apostólica en la comunidad de Monrovia y en la Unidad de Salud Mental María Josefa Recio, me gustaría aprovechar esta oportunidad que se me ha dado y expresar mi profunda gratitud a toda la Congregación a través de Sor Anabela Carneiro, nuestra anterior Superiora General, y a Sor Rosalía Goñi, nuestra Superiora Provincial. Ha sido una experiencia maravillosa, significativa y enriquecedora para mí. Gracias de corazón a Sor Lourdes Sanz, Superiora de la Provincia de Inglaterra, y a las hermanas de la comunidad: Winnie, Florence y Mary. Me siento realmente agradecida. Un millón de gracias por vuestra calurosa acogida y gran ayuda para vivir y llevar a cabo la misión que se nos ha confiado.”

¡A Dios sea toda gloria y alabanza!

Que Dios, en su Hijo Jesús, no cese nunca de revestirnos con las entrañas de misericordia. Que nos conceda esta gracia para que podamos llevar y mantener encendido el cordero de la hospitalidad amando y sirviendo a nuestros hermanos enfermos, destinatarios de nuestra misión e imágenes vivas de Cristo compasivo y misericordioso.

 

 

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