26 Ene 2025 Estefanía Ibáñez, psiquiatra voluntaria: “La cultura liberiana tiene grandes valores que en Occidente hemos perdido”
Estefanía Ibáñez Martínez es una psiquiatra española que pasó el último trimestre de 2024 trabajando como voluntaria en la Unidad de Salud Mental del Saint Benedict Menni Centre de Monrovia. Tal y como hicimos anteriormente con otros voluntarios como Cristina Bressel y Enrique González, charlamos con ella sobre su paso por nuestro centro y su experiencia en Liberia. Estudió medicina en la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), y posteriormente se formó en la especialidad de psiquiatría. Desde que terminó su educación universitaria en 2019, trabaja como psiquiatra de adultos en el centro de salud mental de Arganda del Rey (Madrid). También realiza guardias de psiquiatría en el Hospital del Sureste.
¿Por qué quisiste hacer este voluntariado? ¿Qué es lo que te llevó a querer interesarte por ir a Liberia y por nuestro centro?
Desde que era niña he tenido una sensibilidad hacia los que sufren. Este es el motivo por el que empecé a estudiar medicina y luego psiquiatría. Mi padre, enfermero de una planta de agudos de psiquiatría, me decía muchas veces “Son los últimos de los últimos” y de alguna manera despertaba en mí el impulso de ir a acompañar.
En ese contexto de “los últimos” siempre he tenido una sensibilidad hacia África, pero no me surgió la ocasión para venir hasta hace dos años, cuando gracias al encuentro con una familia de Madrid que tienen una casa en Liberia, hice mi primera experiencia en el país. Estando en Liberia en una de mis anteriores viajes al país vinimos a visitar el centro de Hermanas Hospitalarias: así fue como conocí el centro.
Esta experiencia despertó en mí fuertemente el deseo de volver al año siguiente y finalmente decidí que quería profundizar durante un periodo más largo, por lo que solicité un permiso de cooperación internacional en mi trabajo y pude venir los tres meses.
¿Habías estado alguna vez en algún país africano?
No. Liberia es el primer país de África que he visitado.
¿Qué sensaciones tuviste al llegar por primera vez a Monrovia y al centro?
La primera vez que estuve en Monrovia recuerdo sentirme algo agobiada por el caos que se percibía al conducir por la ciudad. Sin embargo, reconozco que después de tres viajes al país, ya no me genera el mismo impacto que al principio.
De esta ciudad me encantan los espacios de naturaleza, las pequeñas comunidades rurales, la vida que se desarrolla en la calle, los mercados etc… Reconozco que esto me genera un atractivo frente a la vida tantas veces encerrada en las casas que se vive en occidente. Y por supuesto, el cariño de la gente, aunque no te conozcan.
El centro despierta asombro al entrar, por la belleza de sus jardines, la verdad es que es como un remanso de paz en medio del caos del tráfico y las calles de Monrovia.
¿Cuáles han sido tus tareas en el centro?
Mis tareas en el centro han sido el seguimiento psiquiátrico de las pacientes ingresadas en la unidad, con las cuales he podido no solo pasar consulta sino convivir en el entorno del centro, lo que favorece un conocimiento más integral de cómo se encuentran. Hemos realizado consultas individuales con las pacientes, unas veces en presencia del Dr Harris (psiquiatra de referencia del centro) y otras veces en compañía del personal de enfermería y/o trabajo social (que me ayudaban a entender el dialecto de allí). He apoyado en la elección de los diferentes tratamientos psicofarmacológicos y diagnósticos y he realizado algunas pequeñas sesiones de formación con el personal de enfermería.
También he participado en las actividades grupales con enfermería y trabajo social. He disfrutado mucho los paseos terapéuticos de cada miércoles con las pacientes. Hemos realizado consultas y visitas a domicilio semanalmente. He realizado seguimiento individual ambulatorio de pacientes. También he ayudado en el diseño del plan de tratamiento individual para cada paciente y en la reestructuración de algunas de las actividades de la unidad, buscando una mejor intervención clínica.
Además, he participado en todas las reuniones del equipo y he sido integrada desde el comienzo como parte del mismo, colaborando también en algunas reuniones con otros centros de salud mental y participando en diversas jornadas como el Día Internacional de la Salud Mental que se celebró unificando a todos los profesionales que se dedican a este ámbito en Monrovia.
¿Qué semejanzas y diferencias establecerías entre la manera de abordar la salud mental en nuestro centro y en los sitios en los que has trabajado?
El enfoque de tratamiento es parecido al que tenemos en España, siguiendo un modelo integral que tenga en cuenta la parte biológica y psicosocial de los pacientes. En este sentido es similar, con consultas psiquiátricas y actividades grupales, invitando a las familias a participar en el proceso de recuperación. No se dispone de psicólogo, lo que hace que ese aspecto sea un poco más complejo de abordar.
Gracias al apoyo del centro de Hermanas Hospitalarias de Mondragón, disponemos de una parte significativa de los psicofármacos que tenemos en occidente y que en muchos casos no se encuentran en otros centros médicos de Liberia. Esto permite tratar a las pacientes con fármacos con mejor perfil y mejor tolerancia.
La mayor diferencia es la limitación de acceso a pruebas y tratamientos médicos, lo que influye en ocasiones en poder utilizar mejor los tratamientos (por ejemplo, en trastorno bipolar que requiere analíticas que no podemos hacer allí) y poder diagnosticar mejor las comorbilidades médicas de los pacientes (por ejemplo, es muy costoso hacer un perfil tiroideo).
Por otro lado, me ha gustado mucho la utilidad de la música dentro de la terapia y considero que es algo que ayuda mucho y que en España no tenemos aprovechado. También me parece muy interesante que todas las pacientes que han sido ingresadas, al alta, entran en el programa de seguimiento ambulatorio, pero también de visitas a domicilio periódicas.
¿Qué te parece el centro, sus profesionales y actividades?
El centro se encuentra en un espacio emblemático, con un jardín enorme, rodeado de naturaleza, lo que me parece un lugar privilegiado para la recuperación de las pacientes. Es un entorno seguro, y además son solo pacientes mujeres, lo que favorece una mayor seguridad entre ellas.
Las instalaciones son muy adecuadas en comparación a otros centros sanitarios de Liberia.
El equipo de profesionales es un encanto y tratan con aprecio y cariño a las pacientes. Se vive un ambiente de familia y yo me he sentido muy acogida. Es cierto que es necesario seguir proporcionándoles formación en salud mental ya que la mayoría de enfermeras y auxiliares no han tenido la oportunidad de profundizar en el abordaje psiquiátrico del paciente antes de su llegada al centro.
Las actividades grupales son interesantes: repostería, costura, música, educación para la salud, psicoeducación, paseo, etc., aunque veo que hay que motivar más a las pacientes para lograr una mayor implicación y participación, especialmente de las pacientes más deterioradas.
También veo que es necesario impulsar el seguimiento individualizado de cada paciente, con consultas individuales.
Hay un programa muy interesante de ayuda para comenzar un pequeño negocio tras el alta, con supervisión, pero estaba empezando a ponerse en marcha justo cuando terminé mi estancia.
¿Qué habilidades, conocimientos o experiencias has podido añadir a tu bagaje personal o profesional durante tu estancia?
Ha sido muy enriquecedor, sin duda. La cultura liberiana tiene grandes valores que en occidente hemos perdido, como la capacidad de aceptación, el saber vivir los acontecimientos de la vida con sencillez, respetar los ritmos de la vida, vivir el presente, no controlar, vivir en relación con Dios, etc. Veo cómo la gente de Liberia vive con una serenidad y confianza en el día a día que les permite vivir con menos ansiedad que Europa.
A nivel profesional desde luego me ha aportado ver la influencia de nuestra cultura europea en la complicación y desarrollo de ciertos trastornos psiquiátricos (síndromes ansioso-depresivos, trastornos de personalidad, etc.) que en África prácticamente no existen o se manejan de manera más sencilla. Por otra parte, he podido confirmar cómo otros trastornos mentales graves como la esquizofrenia se mantienen constantes tanto en una cultura como otra, con ciertos matices.
He aprendido a manejar estas patologías con menos recursos médicos, menos variedad de medicación o fármacos más antiguos que no estaba acostumbrada a utilizar. También a tratar patologías como la epilepsia, que no suelo tratar directamente en España y aquí son tratadas por el psiquiatra, con lo que también he aprendido en este aspecto.
¿Cuáles han sido las dificultades que te has encontrado en tu labor?
Las principales dificultades han sido que, por un lado, yo nunca había trabajado con el factor económico en cuenta, y en Liberia la asistencia sanitaria no es gratuita, lo que ha limitado mi intervención médica. Por otro lado, otra dificultad ha sido que a veces hemos tenido criterios de tratamiento diferentes ya que en Liberia tienden a poner los tratamientos mucho más despacio de lo que hacemos aquí. El hecho de que existe poco personal especializado en salud mental también ha limitado alguna de las intervenciones que se han querido implementar. Por último, el idioma, por supuesto, es una limitación importante, pero gracias a las enfermeras que me han traducido del inglés coloquial al inglés británico he podido comunicarme aceptablemente con los pacientes.
¿Ha habido algo que te ha llamado la atención durante tu estancia?
Me ha impresionado primeramente en el plano laboral el hecho de que las pacientes liberianas que hemos tenido ingresadas, a pesar de tener sintomatología similar a la que padecen las pacientes ingresadas en unidades españolas, en general tienen una actitud mucho más colaboradora, facilitando enormemente el cumplimiento de las normas de la unidad. Las pacientes aceptan mucho mejor el ingreso y tienen una actitud afable hacia el personal. Creo que esto tiene que ver con la cultura y las condiciones de vida de las pacientes, que normalmente son mucho peor en sus domicilios que durante el ingreso, donde disponen de la posibilidad de ducharse diariamente, dormir en una cama, comer tres veces al día, etc.
También me ha impresionado la fuerte creencia de la población en la influencia de espíritus ante la aparición de enfermedades físicas y mentales, recurriendo muchas veces a lo que ellos llaman “country medicin”, que son los curanderos y chamanes, retrasando, a veces años, la llegada a los centros médicos.
Por otro lado, me he venido muy tocada por las condiciones laborales en Liberia, donde los sueldos son tan bajos que, incluso trabajando a jornada completa, muchos trabajadores no pueden hacer frente a gastos básicos como pagar la escuela para sus hijos. Esto me ha generado preocupación, de cara a la posibilidad de que el país salga poco a poco del nivel de pobreza en que se encuentra sumido, ya que el primer escalón para eso es la educación y la sanidad, que en Liberia están restringidas sólo a la población que puede permitírselo económicamente.
¿Recomendarías a otros profesionales realizar tareas de voluntariado en nuestro centro?
Por supuesto que lo recomiendo. Me parece que es una forma segura y adaptada para comenzar a hacer voluntariado en un país africano.
¿Te gustaría repetir?
Me encantaría repetir. A mí se me han pasado los tres meses volando. Espero poder seguir colaborando en el desarrollo de esta Unidad.
Más allá de la parte laboral, estoy muy agradecida a todo el personal que forma parte del centro que me han tratado con gran estima y servicio, desde los trabajadores de seguridad, de admisión, las hermanas hospitalarias, el conductor, etc. Me han proporcionado todo lo que he necesitado en este tiempo (hogar, alimentación, transporte, acceso a los sacramentos y espacios de oración, etc.), y ha favorecido que sin duda hayan sido unos meses muy especiales en mi vida.
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